![]() |
| Toamada de:http://www.traveler.es/viajes/rankings/galerias |
En la siguiente entrada el Rincón
Noventero, fiel a sus discursos roqueros, entrará al halo de opiniones
subjetivas promovidas por la imagen sin definir de los cuerpos y la idolatría
en ceguera de las ideas que parecen ser ciertas, pero que no siempre lo son.
Hablaremos del artista y la fama que lo ha precedido y también que lo ha
ocultado de los pecados, dolores y mortalidades terrenales.
Le puede interesar: Consejos para mejorar el rock en Colombia.
Quienes, a lo largo de la
historia, han sido inspiración de la humanidad durante sus decisiones con
una canción, un cuadro o un libro conocen el poder, sin saberlo, de gobernar
la mente humana de manera hermosa. Ellos - quienes dan forma al planeta - no se
ven afectados por la muerte: quedan intactos en el sistema sin necesidad de
estar presentes, y de igual manera influyen, inciden y deciden nuestras
acciones.
Ellos no necesitan de un cuerpo
para estar presentes en muchos aspectos de la vida humana.
Es decir, la anterior tesis me
plantea la siguiente pregunta: ¿el
artista es en realidad quien influye en nuestros gustos o deseos artísticos? O es
el arte, independiente del ser que lo creó, ¿la que se encarga de eso cuando le
damos un significado único a través de nuestras experiencias?
Lo digo porque, por ejemplo,
cantamos villancicos en navidad pero en realidad nos importa un carajo quien
los compuso. Es más, hay algunos que ni autor tienen.
Entonces, para responder la pregunta de quién va primero: si el artista o la canción, tengo que liberarme de la etiqueta de roquero y fanático musical, llegando a un cero absoluto donde mis preferencias y gustos queden secos por dentro. El objetivo es opinar dando un equilibrio entre lo bueno y lo malo sin desconocer que ambos conceptos son importantes.
Acá, no soy Diego Osorio, ni
alguien con profesión, tampoco soy colombiano ni Bogotano. Soy alguien más que
anda de paso buscando una respuesta más allá de lo que la imagen muestra.
Una crítica constructiva (?)
Mi vida va en retroceso dos años,
hacia el 2015, exactamente un 25 de noviembre, día del concierto de Pearl Jam
en el Parque Simón Bolívar en Bogotá. Antes del evento - como buen fanático de
la banda - adquiría mi boleta 6 meses antes. Era una locura: la emoción me
brotaba por los poros; era la oportunidad de mi vida para ver los artistas de
la era grunge que tanto admiro.
Una vez llegó el día del concierto, llegó con él la dicha anunciada; había pedido permiso en mi trabajo cuatro meses antes y en mi universidad - a pesar de los parciales - estaba al día, así que sentía que todo lo tenía en absoluto control.
Una vez empezó el concierto, me preparé a disfrutarlo, ¡hijuemadre!
Y sí, Me lo goce, excepto por algunas cosas que enumeraré a continuación:
1. No me gustó que The Hall Effect haya sido telonera de Pearl Jam en Bogotá. Me Disculparán los fanáticos de la banda por lo que diré, pero a estos locos no los considero representantes del rock colombiano (en otras entradas he dicho porqué). No sé cuál fue el criterio de selección de los teloneros, el hecho es que no fue nada acertado.
2. No me gustó que Pearl Jam haya tocado Betterman bajo la versión Don’t Runaway, la cual podemos oír en el videoclip promocional del Twenty grabado en el Madison Square Garden de New York en el 2010. En ese momento, mientras la escuchaba en vivo, le dije a Vedder de manera simbólica: “con todo respeto Eddie, pero mejor me hubiese quedado en casa escuchando el video de la canción si hubiera sabido que la cantarías de nuevo en concierto”.
Son puntos que no empañan el recital, pero tampoco le dan una buena calificación.
Y bueno, quienes leen mis
entradas conocen el fanatismo tremendo que tengo hacia Pearl Jam y la
generación grunge, sin embargo mi devoción no es impedimento para opinar con
imparcialidad sobre aquellos detalles que no me gustaron del concierto.
No obstante, pienso que criticar
a nuestras bandas favoritas no nos hace menos o más fanáticos, tampoco
idolatrarlos como los reyes nos dará puntos, aquí lo importante es entender que
debemos ser libres pensadores para
opinar objetivamente sobre qué nos gusta y qué no de nuestras bandas favoritas sin
dejarlos de oír o enviarlos a la hoguera.
Y tampoco es bueno afirmar que el
artista deba quedar en segundo plano, todo lo contrario, debemos agradecerle
por las obras creadas, sin embargo ese agradecimiento no debe pasar más allá de
un apretón de manos. ¿Por qué?
Porque resulta perjudicial para
nosotros poner al artista en un pedestal como si fuera inalcanzable, o alabarlo
como un ser supremo. Recordemos que son seres humanos con buenas ideas, nada
más, así que alabarlos no va más allá del término del respeto mesurado.
Así que es bueno recordar a Freddie
Mercury, David Bowie o Chris Cornell, pero obviamente es más importante
recordar su legado musical.
A ellos solo queda agradecerles.
Conclusión.
Las obras de los artistas quedan
en lo más alto del recuerdo popular, siendo finalmente propiedad intelectual de
la humanidad. Es decir, nuestro egoísmo bien intencionado toma las canciones de
los artistas como nuestras y las transforman en pequeños Soundtracks que
acompañaron la construcción de nuestro ser. En el proceso, las canciones no
pasaron a ser solo del artista, también de quienes las escuchamos.
Saludos.

Comentarios
Publicar un comentario