Escuché una vez a mi madre, cuando era un nene, decirle a sus amigas que a los niños hay que dejarlos jugar en el barro, “comer basura” y si es posible, permitirles tragarse uno de otro bicho para que adquieran defensas orgánicas y así crezcan fuertes y sanos. Para ella, los niños debíamos caernos de la bici, volarnos los dientes y andar como si nada; qué tiempos tan maravillosos fueron aquellos para coger defensas. Crecí, y ahora que lo pienso mejor, puede que revolcase en la mugre no sea un método tan efectivo para adquirir defensas, pero estoy seguro que si es muy efectivo para educar niños en el arte de la humildad y el respeto: estoy seguro que cuando vives sucio todo el tiempo gracias a las travesuras que haces de niño, te preocupas por ver las Tortugas Ninja en la franja infantil de la TV o te dedicas a jugar pico de botella con tus amigas de barrio, aprendes que la vida es para “joder” y que la niñez es para mostrarte la sencillez y la espontaneidad de la misma; es la su
Donde la onda rock es protagonista.