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La siguiente reseña es una crítica
a todas las bandas de rock en Colombia que buscan ser populares sonado
idéntica a las demás.
Las mentes inquietas nunca se
conforman: detestan la monotonía, la simpleza y lo anticuado que la
cotidianidad ofrece. Se hacen preguntas constantemente y cuestionan las reglas
establecidas. Son universos que presencian - desde afuera - lo que sucede
adentro. Ahora, si hablamos desde el punto de vista terrenal, a un verdadero
músico le sucede lo mismo pero al cuadrado: desmonta sonidos y reinventa los que ya
están. En definitiva, son personas que no siguen caminos sino que deciden construir el
suyo.
La tecnología ha avanzado en los
últimas tres décadas de manera abrupta; somos testigos de los beneficios que
ésta ha traído para mejorar la calidad de vida de las personas. A esta
tecnología se suman los estudios de edición musical que permiten en la
actualidad producir música más fácil, siendo este proceso menos engorroso que
en tiempos de antaño. Hoy un computador/ordenador puede reproducir los sonidos de cualquier
instrumento sin intérprete que los toque, siendo métodos que permiten que la música se haga más rápido sin dejar de lado la calidad.
Sin embargo, con la tecnología e
innovación de nuestro lado, ¿por
qué la música rock comercial en Colombia suena igual?
Sí, como lo leyó: se oye igual. En la escena comercial hay muchas bandas que parecen sacadas del mismo molde. Un acontecimiento que ni la Payola puede controlar.
¿Y por qué el rock se oye igual?
Mis ejemplos son peyorativos (y
me disculpo de por ello), cuando se trata de explicar este fenómeno de los
gemelos - como decidí llamarlo -, pero directos: The Hall Effect, Diamante
Eléctrico o The Mills contra Ultrágeno, La pestilencia o 1280 almas. Las comparaciones
son claras – e inclusive obvias – cuando de segmentar géneros del rock nacional
se trata. Por un lado estas primeras bandas suenan idénticas: letras con
desamor, uso de instrumentos melódicos por doquier y ambiente “romanticón” dirigido
a un público pre-puberto son el elemento en común que las caracteriza. Es como
si supiera con antelación cómo van a sonar sin necesidad de escucharlas.
¡Pero ojo! Hago un paréntesis
para decir que estas bandas no son malas. Muchos destacamos la calidad musical
que tienen, lo que sucede es que éstas están permeadas por el nicho comercial
del momento y popularizadas a través de los sonidos y mensajes de la subcultura
Emo proveniente del rock mexicano de inicios de siglo que tanto gusta a la
“nueva generación de roqueros” en Colombia.
Por otro lado esta Ultrágeno, La
Pestilencia o 1280 Almas las cuales son distintas una de la otra. Estas bandas
pueden ser buenas o malas para quienes las oyen por primera vez ¡No importa! Lo
relevante es que sé que sus fanáticos o retractores sabrán diferenciarlas sin
necesidad de la Wikipedia.
Por ende, la conclusión es: cuando oigo Diamante Electrico, The Mills o The Hall Effects NO SÉ CUÁL ES CUÁL porque todas se oyen igual.
Y desafortunadamente se oyen
igual porque las ideas parecen agotadas, a tal punto que las bandas emergentes
buscan copiar la fama de éstas, más no su talento, dejando al pobre fanático,
como yo, sin norte ni rumbo para oír nuevas propuestas. ¡Pobre rock comercial
de ahora!
¿Desde cuándo el rock se volvió sinónimo de status?
En mí época (la cual no está tan
alejado de la actual) el rock nacional me hacía dudar de mi religión, me
ayudaba a resistir las mentiras de los gobiernos y me obligaba a pensar en
revolución y no a “perderme en tu mirada” o “a saltar de la mano contigo”. Los
mensajes de las agrupaciones de rock comerciales de Colombia son cada vez más
pobres.
Parecen bandas sacadas de una
propaganda de talcos Yodora, viviendo un mundo de fantasía donde el color rosa
es sinónimo de rebeldía quinceañera. Tampoco les interesa salir de sus toques
en restaurantes o bares de la Calle 85 en Bogotá (zona T) por miedo a caer en
un pogo.
Pero bueno, no todo está perdido.
En Colombia la escena Underground, con baldes como Toms y palos como baquetas,
aún hacen resistencia a contagiarse comercialmente de los sonidos y letras que
pudren el rock nacional. Una infinidad de propuestas estallan desde las
entrañas de nuestra tierra, reivindicando aquellos ecos sonoros del rock y
reclamando la visibilidad que les ha sido usurpada. Acá, la reunificación del
rock depende de nosotros como fanáticos, de ustedes como agrupaciones y de
ellos como promotores tirando la cuerda hacia el mismo lado de la originalidad.
Tomemos como ejemplos a países
latinoamericanos como Argentina o Brasil donde la creatividad musical se puede
encontrar hasta en la más pequeña agrupación.
Conclusión
Creo en el rock y los sonidos
alternativos en Colombia. Sé que el talento Underground brota desde cualquier piedra. Por
ello, quiero desde mi blog, buscarlos, darlos a conocer y brindarles un espacio
que les ayude a recibir el premio India Catalina a mejor banda de rock del planeta.
Lamento mi comparación, pero la
vi necesaria para rescatar mi frustración del momento, motivada por la misma música que suena siempre en la radio.
Saludos.

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